Este artículo fue originalmente publicado en Ludología BCN en abril de 2016.
Que la industria de los videojuegos no va a parar de crecer, es un hecho. Aunque España dejó atrás su Edad de Oro de los videojuegos (¿eh, no sabías que este país fue una potencia mundial del tema en los 80? ¡qué tiempos!) algunas universidades ya ofrecen másters en el tema (ejemplo) y florecen academias donde se imparten cursos específicos (ejemplo).

Pero aparte de programadores, diseñadores y artistas gráficos, la que va a ser la industria más influyente del siglo XXI va a necesitar mucho, mucho más. Los videojuegos son un arte multidisciplinar que ya emplea trabajadores de las ramas más dispares. Así que, si me lo permiten, vamos a mirar en la bola de cristal y ver qué nos depara un futuro muy, muy cercano, donde viejos oficios se reciclan para encajar en un nuevo y maravilloso canal audiovisual e interactivo.
Actor/actriz
Las técnicas de captura de movimiento y reconocimiento facial han llevado a los videojuegos a punto de conseguir eso de, ahora sí, “parece una película”. Toda una nueva generación de actores deberá adaptarse a las tribulaciones de este nuevo medio donde se premia por encima de todo la expresión corporal más que el palmito o la cara bonita, así que de vuelta a la escuela de teatro a recibir clases de mimo.
También vale para dobladores de voz. Ahora los juegos están doblados a muy pocos idiomas (parece que el récord lo tiene Rise of the Tomb Raider con trece, pero es una excepción mayúscula) pero en breve veremos más y más idiomas, sobre todo si las administraciones colaboran (por favor, queremos The Witcher en euskera).

Músico/a
Cuando decimos que los videojuegos son un canal audiovisual queremos decir justo eso, sin omitir la parte de “audio”. La música es fundamental para los videojuegos, y ya no es extraño que orquestas den conciertos de la banda sonora del Zelda u otros “clásicos” (véase). Youtube está lleno de músicos haciendo homenajes a sus videojuegos favoritos e incluso consiguiendo contratos por ello (ejemplo). En los años por venir, ser músico de videojuegos será tanto o más que ser músico de cine.
Detalle aparte para los técnicos de sonido. Todos esos pew-pew, bang-bang y flush-flush son indisociables de los videojuegos. Un buen técnico de sonido tiene un buen futuro en la industria de los videojuegos.
Escritor/a
Más que escritor, guionista. Los videojuegos son interactivos, así que donde en el cine hay un guión lineal inalterable, aquí hay todo un entramado de sucesos y decisiones que alteran el curso de la historia. Los guionistas se inspiran más en Elige tu Propia Aventura que no en el best-seller de moda. Demos la bienvenida a toda una generación de escritores que habrá de crear no uno, sino diez o veinte o más finales para su historia.

Zoólogo/a
Y por añadidura, botánico/a y biólogo/a. Los juegos de rol multijugador (MMORPG) ya son creaciones de gigantescos mundos imaginarios, con su propia fauna, flora y folclore. Estos mundos son cada vez más complejos y requerirán diseñar ecosistemas enteros, reales o fantásticos, donde los jugadores interactúen con seres vivos virtuales que a su vez interactúan con otros seres vivos virtuales. Empezaremos a oír hablar de xenozoología y criptozoología como nunca antes.
Pokémon fue sólo el principio. Agárrense a lo que está por venir.
Economista
En este tema, no puedo ser más enfático. A día de hoy, las economías virtuales funcionan bien de forma estática (cada poción u objeto vale tanto) o bien a lo cubano: hay una moneda de uso regular, llamémosle moneda de oro; y otra de uso premium, que permite comprar todos los objetos normales más algunos exclusivos (las gemas azules). Algunos juegos ya incorporan una dinámica de subastas e incluso fluctuaciones de oferta y demanda.
Además, todo esa economía virtual funciona en un mundo, el nuestro, con dinero de verdad, el de los euritos, creando un complejísimo sistema financiero que, adivinen, necesita economistas capaces no sólo de preverlo una vez está en marcha, sino también de diseñarlo desde cero para que la experiencia no se empobrezca por una nefasta relación esfuerzo/recompensa.

Filósofo/a
Aquí quería yo llegar. Los mundos virtuales crearán sociedades virtuales con sus propias leyes y morales. Dicho de otra forma, habrá que debatir qué está bien y qué está mal. Por ahora, los videojuegos reflejan la sociedad que los crea (como ya hizo antes el cine), pero ¿por qué ceñirse a eso? Más si hablamos de planetas a años luz de distancia, o sociedades fantástico-feudales, o ucronías, o distopías o utopías y, por ende, retrodistopías y todas las demás combinaciones posibles con o sin alienígenas, demonios e IAs.
La ética es el punto débil de los videojuegos. No porque los videojuegos sean más sanguinarios o sexistas o racistas que antes, sino porque no están explotando al máximo su capacidad de crear nuevas sociedades imposibles donde explorar nuevas escalas de valores. Ahí, justo ahí, harán falta filósofos.
Gracias por leerme. Me dejo en el tintero diseñador/a de moda, físicos, profesores… quizá dé para una segunda parte.